Cuando los tres acabaron sus casas se metieron cada uno en la suya y entonces apareció por ahí el malvado lobo. Se dirigió a la de paja y llamó a la puerta:
– Anda cerdito, déjame entrar…
– ¡No! ¡Eso ni pensarlo!
– ¡Pues voy a soplar para derribar tu casa!
Y el lobo empezó a soplar y a estornudar, la débil casa acabó derrumbándose . Pero el cerdito salió corriendo y se refugió en la casa de su hermano mediano, que estaba hecha de madera.
– Anda cerditos, dejadme entrar…
– ¡No! ¡Eso ni pensarlo! – dijeron los dos
– ¡Pues voy a soplar para derribar tu casa!
El lobo empezó a soplar y a estornudar y aunque esta vez tuvo que hacer más esfuerzos para derribar la casa, al final la madera acabó cediendo y los cerditos echaron a correr en dirección hacia la casa de su hermano mayor.